¡Sal de tu burbuja!





El revelador libro ‘El Fitro Burbuja’ de Eli Pariser empieza explicando el sutil cambio en el buscador de Google a finales de 2009 a raíz del cual los resultados de las búsquedas se volvieron ‘personalizados’: Aunque la mayoría no es consciente de esto, a partir de ese momento, todos vemos resultados distintos cuando buscamos algo en Internet.

Con ese cambio, se daba un paso importante para cumplir el sueño de sus fundadores Page y Brin: un buscador que prácticamente sepa antes que tú lo que estás buscando y te facilite la respuesta precisa. La puesta en marcha de una constelación de aplicaciones -también de Google- que requieren que te identifiques como el famoso Gmail, permite a los algoritmos a través de tu historial de búsquedas anteriores y otros muchos datos, conocer tus intereses para poder ajustar mejor los resultados a ellos.

El otro gigante de la información, Facebook, también utiliza algoritmos para presentarte las noticias que sabe que te van a gustar más según tu historial de ‘likes’ e igualmente Netflix y Amazon te recomiendan películas o productos ajustados a tus intereses. Esta tendencia se ha extendido a los proveedores de contenidos más tradicionales, como las versiones digitales de los periódicos que también ajustan algunas de las noticias que ves a tu ‘personalidad digital’.  A su vez ,esta es vendida a distintos operadores en tiempo real por empresas menos conocidas como Acxiom. Busca información sobre un producto, y este te perseguirá por todas las webs que visites hasta que lo compres (y probablemente incluso mucho después).


Esto tiene sus ventajas: vivimos en el mundo de la ‘crisis de atención’, saturados por un exceso de información y estímulos digitales que algunos incluso relacionan con un descenso de la productividad. Filtrar un poco del aluvión que nos llega cada día para que se ajuste mejor a nuestro perfil parece más que razonable.

Pero la otra cara de la moneda de este -bautizado acertadamente por Pariser- “filtro burbuja” es que construye un sutil cristal coloreado a nuestro gusto a través del que vemos el mundo digital. Y ello influye en nuestra capacidad de descubrir cosas nuevas en una época en que la capacidad de aprendizaje es más importante que nunca.

Como motor del aprendizaje se sitúa la curiosidad, una de las competencias que cotizan al alza hoy en día y que precisamente hemos analizado recientemente desde Future for Work Institute. Se buscan cada vez más perfiles ‘polímatas’ que, a la manera de los clásicos del Renacimiento, sean capaces de ver más allá de su especialidad, conecten puntos entre distintas disciplinas y detecten cuanto antes los cambios en el entorno. (Ya que estamos, recomiendo la última biografía de Leonardo Da Vinci - el polímata por excelencia- de Walter Isaacson).

Esta curiosidad que nos lleva a aprender se alimenta en gran parte de ‘toparnos’ con nuevos ámbitos a los que éramos ajenos hasta ese momento. Es la famosa serendipia. Se trata de descubrir aquello que ‘no sabemos que no sabemos’ y que por tanto no tenemos ni tan siquiera la intención de conocer. Un filtro demasiado ajustado a nuestro presente nos impide avanzar hacia el futuro.

Además, el bombardeo constante de información y la manera en que las aplicaciones están diseñadas estimula nuestra curiosidad diversiva (que nos lleva a interesarnos por lo nuevo, a ‘hacer click’ compulsivamente sobre videos de gatitos), pero no da tiempo al florecimiento de la curiosidad epistémica, la que nos llevaría a conocer con más profundidad un nuevo campo.

Vivimos atrapados en nuestra burbuja recibiendo un volumen enorme de información superficial que se corresponde con nuestra identidad digital y que además reafirmamos con cada ‘click’ construyendo así una profecía autocumplida.

El filtro configura la sociedad que estamos construyendo también en otro sentido:

La promesa que vino con la creación de Internet de tener todo el conocimiento al alcance de la mano y construir una ‘mente global’ de alcance planetario tiene el riesgo de convertirse en una distopía cada vez más parcelada, de individualidad extrema, donde cada uno ve lo que ya conoce y se aísla del resto de las personas o informaciones que no sean de su agrado. El sueño húmedo del perfecto egocentrista hecho realidad. Un enfoque muy poco adecuado a los retos globales que tenemos hoy en día.

Para contar una experiencia en primera persona, viviendo en Barcelona con un relevante conflicto político en marcha ahora mismo entre los partidarios de la independencia y los que no, he podido ver muy de cerca como cada bando se alimenta únicamente de aquella información que le da la razón, polarizando cada vez más el debate en un eterno bucle de ‘sesgo de confirmación’ en el que además el creciente volumen de información falsa (el fenómeno Fake News) empeora las cosas. Entre nuestro grupo de amigos, hemos mantenido abierto un grupo de Whatsapp donde caben todas las opiniones, aportando más riqueza al debate y acercando posiciones (incluso llegamos al punto “freaky” de descargar a un fichero el hilo de la conversación y revisar nuestros sesgos mediante el análisis de las fuentes que citábamos en nuestros argumentos)

Reconozco que, en el fragor de las redes sociales, en ocasiones hay que hacer un verdadero esfuerzo por no pulsar el botón de ‘unfollow’ y desconectar de alguien que piensa distinto, pero eso nos mantiene con una ventana abierta para ver más allá de nuestra burbuja.

Necesitamos tanto a nivel individual, como organizaciones y como sociedad en su conjunto explorar aquello que hay más allá de nuestros ombligos y parece que, dado el filtro prácticamente inconsciente al que estamos sometidos, esto va a requerir una actitud obstinada de apertura.

Como en tantos otros debates relacionados con la tecnología, esta constituye únicamente una herramienta cuyo uso estará determinado por nuestras fortalezas o debilidades humanas.

Por cierto, sígueme y así me dejas entrar un poco en tu burbuja! 

;)

Imagen: Guillaume Seguin bajo licencia Creative Commons en Flickr




Comentarios

  1. Hola Jordi, totalmente deacuerdo. Me considero una persona curiosa y creo que el diseño de las redes sociales, que podemos llamar "generalistas", están orientado a la generación de clicks (+ clicks + trafico + marketing) y es lo que buscan adaptando el contenido a los perfiles digitales personales. Estoy también muy alineado con lo que comentas del "procés" yo mismo decidí desconectar de facebook por el alto nivel de intoxicación existente por todos lados y que no permite formarte un punto de vista crítico pienses como pienses ... (por cierto, creo que no voy a volver a facebook...). Saludos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

«La llegada»: ChatGPT y la automatización del trabajo de cuello blanco

Reinventar las organizaciones

Psicodélicos en la oficina