«La llegada»: ChatGPT y la automatización del trabajo de cuello blanco


Artículo publicado el 6/2/2023 en Futureforwork.com

Si no han estado recluidos en una cueva muy profunda en los últimos meses, seguro que habrán oído hablar de ChatGPT. Por si fuera este su caso, deben empezar por saber que esta se ha convertido ya en una de las páginas web más populares, desde su lanzamiento a finales del pasado Noviembre, alcanzando el millón de usuarios registrados en tan sólo 5 días. Instagram necesitó para eso más de dos meses y medio. 

Es difícil describir de qué se trata ChatGPT. Lo mejor es probarlo. Si aún no lo han hecho, podríamos resumirlo en que esta página permite pedir casi cualquier cosa a un ‘chatbot’ con unas capacidades de lenguaje sorprendentes que no dejan indiferente. 


Por ejemplo, se le puede pedir que nos escriba un texto sobre cualquier tema, en distintos idiomas y con el estilo que nos interese. También se le puede solicitar que nos resuma un discurso, que nos explique algún concepto complicado adecuando el lenguaje al nivel de un niño, que nos redacte un contrato, un post para las redes sociales, que resuelva el problema de un examen, que escriba una canción, que nos confeccione una dieta con su lista de la compra incluida… o incluso que nos escriba código de programación. Las aplicaciones las van descubriendo los usuarios a medida que interactúan con él. Y todo esto, dialogando con la máquina como si fuera una persona, un asistente virtual que, a pesar de que todavía es poco fiable y comete errores, ya nos parece a años luz de Alexa, Siri y similares. No es difícil sorprenderse a uno mismo dándole las gracias tras una de sus respuestas, como lo haríamos con una persona.

La punta del iceberg

A pesar de lo sorprendente que resulta, ChatGPT representa solamente una parte, y ni siquiera es la más avanzada, de la Inteligencia Artificial Generativa, el campo de la IA que está trayéndonos en los últimos meses avances sorprendentes en la capacidad de las máquinas para crear todo tipo de contenidos.

A pesar del momento de dificultades que está pasando un sector tecnológico en que las noticias de despidos se han vuelto comunes últimamente, estamos asistiendo a una carrera entre los gigantes tecnológicos por dominar lo que parece va a ser un cambio de paradigma y donde las inversiones no se escatiman. Asimismo, las pequeñas startups están aplicando los avances de manera creativa, lanzando soluciones nuevas cada día para todo tipo de usos.

Una de ellas es OpenAI, la compañía que está detrás de ChatGPT y algunas de las otras herramientas populares en este campo, como el famoso Dall-E, que es capaz de generar imágenes a partir de una breve descripción.  Fue fundada en 2015 por el actual CEO Sam Altman, el siempre presente Elon Musk, y otros personajes habituales de Silicon Valley, como Peter Thiel o Reid Hoffman. La idea fundacional era impedir que el desarrollo de una IA cada vez más inteligente, entendida como un riesgo existencial para la humanidad, cayera en unas pocas manos privilegiadas. Pero los costes astronómicos que requiere no quedarse atrás en esta carrera la empujaron a convertirse en 2019 en una compañía de ‘Beneficio Limitado’ (Capped Profit) y a “aceptar” la inversión de mil millones de dólares por parte de Microsoft, quien a finales del año pasado incrementó su apuesta, con una inversión de diez mil millones más. 

Este movimiento de Microsoft es poco menos que una declaración de guerra para su archienemigo Google, líder en este campo de la IA y de cuyos laboratorios precisamente salió en 2017 el paper donde se describía Transformer, el avance clave en modelos de lenguaje que más tarde ha hecho posible herramientas como ChatGPT (la T final del nombre es, de hecho, la inicial de Transformer)

Hasta este momento, Google ha estado dilatando el lanzamiento al público general de sus soluciones, más potentes aún que ChatGPT, por miedo a los problemas reputacionales que puede conllevar una máquina capaz de dialogar sin el filtro bien calibrado y que llevaron incluso a uno de sus ingenieros a defender que esta tenía consciencia

La filosofía de velocidad de Silicon Valley que se resume en el célebre lema “Move Fast and Break Things” parecía estar aplicándose aquí solamente a medio gas. Conscientes de que se pueden romper demasiadas cosas, cierta precaución parece ser lo único que explica que aún tengamos asistentes virtuales tan torpes como Siri o Alexa, frente a las posibilidades que nos están dejando ver en ChatGPT, un pequeño animalito inofensivo si lo comparamos con los ‘dragones’ que tienen unos y otros encerrados a buen recaudo.

Pero el movimiento de Microsoft con OpenAI amenaza ahora directamente al negocio principal de Google, al abrir la posibilidad de un buscador mucho más sofisticado y de integrar la IA con las herramientas ofimáticas que usamos todos los días en nuestros ordenadores, terreno dominado por Microsoft. Google tendrá que mover ficha y con una contundencia que deje claro que no se quedan atrás. Veremos con toda seguridad su respuesta muy pronto.

Además, Facebook, Amazon e incluso el gigante chino Baidu también tienen sus propios desarrollos y tampoco tienen la intención de quedarse atrás en esta carrera empresarial pero que también tiene derivadas geopolíticas.

Los vertiginosos avances en tecnología y la competición que se ha desatado, nos hacen pensar que ChatGPT constituye sólo un atisbo de lo que está por llegar, mucho más pronto de lo que esperábamos, y que con toda probabilidad va a tener un impacto especialmente importante en el mundo del trabajo.

Automatización de “cuello blanco”

Hace ya tiempo que hemos aceptado con resignación que las máquinas pueden sustituirnos en trabajos físicos, repetitivos, y de bajo valor añadido. Las iniciativas gubernamentales o empresariales de ‘Reskilling’ se enfocan en capacitar a las personas para dejar atrás ese tipo de trabajos y proporcionarles una nueva oportunidad en los ‘trabajos del conocimiento’ donde la gestión de la información y la creatividad son las competencias con futuro. 

Como si se tratara de un movimiento sorpresa del enemigo en nuestra batalla contra las máquinas en el trabajo, la llegada de la IA Generativa apunta directamente al territorio de nuestra retaguardia que creíamos a salvo: El de los trabajos ‘de cuello blanco’, aquellos relacionados con el lenguaje, la información, el diseño, la imagen… e incluso en lo que parece una venganza kármica, el desarrollo de software…. La lista de trabajos afectados puede ser muy larga: básicamente, casi todos aquellos que impliquen crear algo con un ordenador.

Algunos ejemplos recientes para empezar a entender la magnitud de lo que estamos hablando son el intenso debate que ha generado en el mundo del arte que una IA gane uno de sus concursos, que una startup que ofrece servicios legales usando la tecnología de ChatGPT se lanzara a ofrecer un millón de dólares a quien se atreviera a asistir a un juicio, limitándose a defender su caso repitiendo lo que la máquina le diga a través de unos auriculares o que incluso en un campo tan delicado como el de la atención psicológica, algunos se han atrevido ya a usar las respuestas generadas por esta tecnología para dialogar con las personas que requerían ayuda.

Se trata de un enorme ‘giro de guión’ que nadie esperaba tan pronto. Incluso Sam Altman, CEO de OpenAI, sorprendido ante la velocidad de los avances, dejaba caer la predicción en un tweet de 2021 de que los trabajos que ocurren delante de una pantalla perderían valor más rápido que los que se llevan a cabo en el mundo físico, y que eso tendría ‘efectos extraños’ difíciles de anticipar.

En el fondo, tiene mucho sentido: Llevamos décadas digitalizando una gran cantidad de trabajos, almacenando los datos y en definitiva pavimentando el camino para que las máquinas puedan hacerlos también. Era cuestión de tiempo que estas fueran capaces de hacer muchos de ellos, y parece que ya ha comenzado la invasión.

Por el momento, aunque nuestro trabajo no sea directamente automatizado a corto, está claro que alguien que sepa manejar este nuevo tipo de herramientas estará desde ya en mejor situación para competir. A pesar del poco tiempo que lleva con nosotros, ya es posible apreciar la gran diferencia entre los resultados obtenidos en el uso de esta tecnología por un usuario novato y los que logran los nuevos especialistas en redactar con precisión los ‘prompts’, los comandos con los que se le solicita a la IA que genere un contenido. Por ello, empiezan a aparecer las primeras ofertas de empleos de ‘prompt engineer’ en lo que quizá sea un nuevo ejemplo de que la tecnología siempre genera también nuevos empleos, a la vez que elimina otros. Al menos a corto parece que vamos a ver más colaboración con la máquina que la sustitución total.

Las áreas de RH van a tener que seguir muy de cerca estos desarrollos, para ayudar a capitalizar el aumento de productividad en las empresas que puede derivarse de su puesta en marcha. Esta nueva oleada de ‘transformación digital’, esta vez alrededor de la Inteligencia Artificial, requerirá de nuevo sacar de nuevo el mejor arsenal de gestión del cambio, capacitación, atracción de talento específico, etc. 

Por ejemplo, habrá que revisar la manera en que se entiende el desarrollo de las carreras profesionales, donde aquellas tareas de menor valor, que habitualmente se asignan a los jóvenes en sus primeros pasos permitiéndoles aprender y progresar, son ahora potencialmente automatizables. También habrá que asegurarse de que los proyectos de “Reskilling” tengan en cuenta cuál es el impacto de esta tecnología para orientar con garantías las transiciones.

Pero más allá del mundo del trabajo, otras áreas de la sociedad también van a tener que adaptarse a la llegada de esta tecnología. Uno de los primeros sectores en enfrentarse al reto ha sido el de la educación, donde un ChatGPT que ha sido capaz de pasar los exámenes para licenciarse en Medicina, está haciendo ya realmente difícil a los educadores ser capaces de distinguir si un trabajo encargado a sus alumnos ha sido realizado con la ayuda de esta herramienta. Quizá esta sea la ‘puntilla’ que necesitaba el sector para transformarse.

Estamos entrando en un terreno desconocido, donde vamos a tener que replantearnos muchos aspectos y resolver los problemas a medida que vayan presentándose. 

La Inteligencia Artificial ya ha llegado a nuestros trabajos y a nuestro día a día. Parece que va a quedarse.

Seguiremos informando.

Nota final: En un ataque de imperdonable romanticismo, no he usado ChatGPT para redactar este artículo. Ruego disculpen los errores, atribuibles a mi condición de humano.

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