¿Un futuro del trabajo apto para todos?



He escrito artículos y he dado muchas conferencias sobre el ‘futuro del trabajo’, describiendo los cambios que se avecinan, y cómo las personas y las organizaciones pueden adaptarse a los retos que se plantean… En general, siempre intento que al final de mis intervenciones quede un mensaje ‘optimista’ destacando más los brillos que las sombras.

Pero para una de estas charlas en Francia, me pidieron que hablara de las dificultades de adaptarnos como sociedad a una nueva realidad en que el ‘empleo para toda vida’ ya no existía y dónde el trabajo autónomo (Self-employed) sería la norma. Esto estaba más cerca del ámbito de la sociología que de los foros de RRHH en que normalmente me muevo. Cuando empecé a pensar en ello, y a hablar con algunos colegas, quedó claro que esta vez el mensaje no sería tan optimista.

Recientemente, cuando Francisco Vázquez, presidente de 3G Office y organizador de unos muy interesantes eventos sobre el futuro del trabajo me pidió que hiciera en ellos también una conferencia ‘distinta’, volví a repetir básicamente la misma charla en Barcelona y Madrid.

En las tres ocasiones, aunque me salí un poco del tono de mi registro habitual,  las ideas fueron bien recibidas y siempre se me acercaba alguien a decirme algo como ‘alguien tenía que decirlo!’…  

Así que me animo a explicar  aquí las principales ideas que intenté transmitir en estas ocasiones:

El futuro del trabajo está lleno de oportunidades para muchas personas: La era digital en la que estamos demandará talento para cubrir el crecimiento de las empresas tecnológicas actuales, el despliegue de la Internet de las cosas, la economía colaborativa, el movimiento ‘maker’, las ‘start-ups’…. y todas esas cosas tan atractivas que ya están surgiendo alrededor de la ‘economía del conocimiento’.

Es un mundo nuevo, donde los profesionales tipo ‘know-mad’ -como los acuñó John Moravec,-(jóvenes, digitales, flexibles, con idiomas, probablemente freelance …) pueden campar a sus anchas, y competir de manera individual en un mercado global como nunca había sido posible en la historia.   

¡Genial!

Pero…¿y qué ocurre con el resto de la gente?


Hay que tener en cuenta que ‘el resto’ es la amplia mayoría:  Una de las ponentes de la conferencia en Francia, Patricia Vendramin, investigadora de estos temas, citaba un estudio de la UE que situaba en el 2010 en un 24% el número de ‘e-nomads’ en Europa (trabajadores que no tienen un claro lugar físico habitual de trabajo y que lo hacen usando intensamente la tecnología IT) - menos del 20% en España.


El mismo estudio cifraba en poco más del 40% el número de trabajadores europeos que usan regularmente la tecnología digital en su trabajo (España, de nuevo ligeramente por debajo de esta media).

Como dato adicional , otro estudio de la UE apunta que cerca del 40% de la fuerza laboral de la UE no dispone de las habilidades digitales suficientes 




Suponiendo que fuéramos capaces de formar masivamente - y a tiempo - a tantas personas, otro aspecto a tener en cuenta es la capacidad del sector digital de generar empleo. Hay mucho debate sobre esto, pero algunos datos pueden ayudar a saber lo que se puede esperar: Cuando se revisa el número de empleados de algunos ‘iconos’ del sector digital, sorprende la eficiencia económica y el impacto en la sociedad que marcas de importancia global logran con relativamente poco personal:





¿Y podemos quedarnos como estamos? Al fin y al cabo…¿no todos tenemos que ser ‘digitales’ verdad? Además, el crecimiento de la economía del conocimiento también generará riqueza que demandará los servicios (y empleos) tradicionales…¿verdad?

Aquí me salta a la mente la Hipótesis de la Reina Roja: Es necesario seguir moviéndose para sobrevivir.

Como explicábamos Santi García y un servidor en 'El Ocaso del Empleo', los empleos ‘tradicionales’ están siendo amenazados por distintas fuerzas que vienen a sumarse a la tendencia de las décadas anteriores de ‘deslocalización’ a países con costes laborales más bajos:

Por un lado, la necesidad de las organizaciones de volverse más ágiles  para adaptarse a un mercado cada vez más complejo, lo que suele redundar en una menor plantilla fija y optar por estructuras y relaciones laborales más temporales.

Esto contrasta con nuestra idea del trabajo actual. Estamos ‘programados’ por la cultura y la educación para un ‘empleo para toda la vida’. Aunque en ocasiones lo odiamos y las estadísticas nos dicen que no estamos muy comprometidos con él, la realidad es que el trabajo constituye una parte muy importante de nuestra propia identidad (“SOMOS periodistas, médico/a, albañiles, … o lo que sea). Nos cuesta aceptar el cambio constante que empieza a ser la norma en el mercado laboral.

Algunos casos sonados ilustran este choque entre el "empleo de siempre" y la nueva flexibilidad, como el de los conductores de FedEx en que estos reclamaron a la justicia -y lograron- ser considerados ‘empleados’ mientras que la compañía argumentaba que se trataba de ‘contractors’ (empresarios autónomos) a pesar de que conducían un vehículo con la marca de la compañía, y vestían su uniforme…

Por otro lado, diversas tecnologías (desde los nuevos robots hasta el software de gestión) están sustituyendo los empleos ‘rutinarios’ que requieren menos capacidades humanas (creatividad, interacción con otras personas,…) y que pueden llegar a ser descritos con un algoritmo... 

Tuve una muestra en directo de esto cuando Ben Waver, otro de los ponentes de la conferencia en  Francia,  norteamericano, se sorprendió al ver en Marsella los cada vez más comunes terminales de autoservicio en las cadenas de comida rápida, dado que al parecer no son comunes en los restaurantes similares en su país. Cuando le comenté –no sin un poco de ironía, lo reconozco- que yo esperaba que ellos llevaran la delantera de la innovación en el sector de la comida rápida, me lo aclaró: Los mayores costes laborales en Europa impulsaban la automatización, mientras que en USA es aún más barato y flexible contratar una persona. O sea, que se trata de una cuestión de costes: o abaratamos los costes humanos o la tecnología (que cada vez es más barata) irá sustituyéndolos.


Todo esto, hace pensar que, si las cosas no cambian mucho, seremos testigos de un incremento en la desigualdad. Para algunas personas, el futuro del trabajo va a ser todo luz y oportunidades, mientras que para otras (y pueden ser muchas más) va a volverse más complicado. Se trata de la 'economía del reloj de arena' con una amplia capa de privilegiados, una muy estrecha 'clase media' de la que es muy fácil caer a una también amplia capa de personas en las clases bajas.

Diversos autores (empezando por la estrella mediática T.Pikkety) y estadísticas ya detectan esta tendencia al alza de la desigualdad. Por ejemplo la caída de los empleos con salarios medios 



¿Y qué hacer ante este panorama?

A nivel individual, trabajar las competencias clave para un futuro del trabajo donde va a haber 'trabajo' pero no tanto 'empleo estable': Autonomía, Flexibilidad, Competencias Digitales, Resiliéncia,... El auto-empleo puede ser una vía.

Pensando en las organizaciones, a parte de la tarea propia de adaptarse a este nuevo entorno - en la que están ya muchas -, quizá uno de las principales líneas de trabajo en cuanto a responsabilidad social corporativa será precisamente cuidar la ‘empleabilidad’ de sus colaboradores. Aquí RRHH tiene una función clave.

A largo plazo, quizá estamos, como dicen algunos autores (como Rifkin o Stiglitz), en un cambio de fase que nos ha de conducir a un nuevo sistema económico (¿el fin del capitalismo?, ¿la economía colaborativa?,…), pero mientras encontramos esta alternativa, las generaciones que tengan que vivir la transición van a tener que lidiar con estos retos. Y tengo la impresión de que no va a ser fácil. Aquí la transformación de la educación va a ser clave.


Os dejo el dibujo que hizo en directo Blanca Tulleuda (Dibu2pia) de la charla en Madrid.



¿Cómo lo véis? ¿Sois más optimistas?


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