Pensamiento Crítico en RRHH




Esta semana se ha producido cierto revuelo por el anuncio del espectáculo astronómico que supuestamente iba a ofrecer una Luna que, debido a una mayor cercanía de la habitual a la Tierra, proporcionaría una visión irrepetible: Una ‘superluna’. La gente respondió a la llamada de los medios congregándose en espacios abiertos la noche anunciada y compartiendo miles de fotografías de nuestro satélite.

Mientras tanto, en algunos círculos de expertos en astronomía saltaron las alarmas por el exceso de ‘hype’ al que estaba llegando este tema, dado que en realidad el fenómeno no tiene mucho interés: De hecho, hay varias ‘superlunas’ cada año y las variaciones de tamaño son muy difíciles de apreciar a simple vista.

A pesar de que simultáneamente se publicaron también muchos artículos de especialistas que precisaban más los números y ajustaban las expectativas, tuvo mucha más fuerza ‘la moda de la superluna’: La emoción y el poder de arrastre del grupo se impusieron a la razón y los datos.

Esta anécdota me recuerda que en el mundo del management, y especialmente en el de RRHH vivimos habitualmente algo parecido: las distintas modas se suceden sin demasiado análisis crítico. Hacemos con demasiada frecuencia lo que ‘se ha hecho siempre’, lo que  hacen otras empresas, lo que parece que dicta ‘el sentido común’ o simplemente lo que concuerda con una determinada ideología o manera de entender el mundo.


En otros campos, como la medicina, los avances se producen a medida que una investigación sólida basada en evidencias se va trasladando a la práctica del día a día. Gracias a eso, hoy vivimos más que antes y muchas enfermedades han sido desterradas al pasado.

Esto, reconozcámoslo de entrada, brilla por su ausencia en el mundo de la gestión de personas lo que sin duda compromete la credibilidad del área de RH en un mundo que cada vez valora más los datos.

Y no es por falta de esfuerzo en investigación. Parece más bien que el conocimiento académico existente no consigue llegar a la industria. Como ejemplo, seguimos aferrándonos a conceptos populares como la siempre presente “pirámide de Maslow”, que la investigación desacreditó hace ya muchos años por la falta de evidencias que apoyen esta teoría que ‘suena bien’.


Creemos que muchas prácticas son ciertas o recomendables, sin cuestionarnos en serio en qué nos basamos para afirmar su bondad. En general, tenemos mucha ambigüedad sobre el problema que prometen resolver y desconocemos con qué grado de seguridad podemos afirmar que lo van a lograr.

Como apunta la cita atribuida a Stephen Hawking: “El principal enemigo del conocimiento no es la ignorancia, es la ilusión de conocimiento”.

Recientemente está cobrando fuerza un movimiento que intenta proporcionar unas bases más sólidas sobre las que poder construir una práctica más fiable: Se trata del Management Basado en Evidencias (EBM por sus siglas en inglés).  Uno de sus principales ‘think tanks’ es el Center for Evidence-Based Management, una organización sin ánimo de lucro basada en el Reino Unido que aboga por una aproximación mucho más científica a la práctica de la gestión, de modo similar al que ya se aplica en otros campos, como la medicina o la educación. En este documento se resumen sus principios.

Al frente de su equipo científico está Rob Briner, nombrado – para su sorpresa- por HR Magazine este año el más influente pensador en RH.

Es más que recomendable (aunque también puede ser doloroso) escuchar a Briner aportar una mirada crítica a las creencias arraigadas y a tendencias emergentes en el mundo de RH, entre las que se encuentran muchas de las que un servidor explora en este blog.  Por ejemplo, en este vídeo ‘desmonta’ el popular concepto de 'engagement' en un congreso precisamente dedicado a este tema, a la vez que pone en duda lugares comunes como el mundo VUCA, las diferencias generacionales o la relación entre la satisfacción de los empleados y los resultados.

Especialmente interesante de este enfoque me parece la ‘pirámide de la evidencia’ en la que en su cumbre y con el grado mayor de confianza, se localizan las revisiones sistemáticas y los meta-análisis de estudios científicos, mientras que en el grado más bajo de calidad de evidencia se encontrarían los ‘casos’ y otros estudios no controlados que son precisamente los que suelen gozar de mayor difusión en el ámbito profesional.



¿Significa esto que debemos ahora dejar de ‘explorar’ y únicamente aplicar lo que la ciencia de la psicología en las organizaciones ha podido establecer con un alto grado de seguridad a lo largo de los años?

En el caso de la ‘superluna’ al que me refería al principio, se generó un interesante debate entre los divulgadores científicos divididos entre los partidarios de ‘chafar la guitarra’ denunciando el exceso de expectativas generado y los que opinaban que en el fondo era bueno aprovechar el tirón mediático para acercar a muchas personas a la ciencia. Al fin y al cabo, nadie quiere ser el  personaje aburrido que apaga la música cuando todo el mundo está bailando. Vivimos inmersos en lo que en su último libro,  Gilles Lipovetsky denomina la Época de Ligereza, donde predomina lo 'cool' y ligero frente a lo profundo,  que se entiende como 'pesado'.


Como siempre, la virtud está en el equilibrio. Se trata de mantener la mirada al futuro, a la vez que nos apoyamos firmemente en la evidencia.

Para mí lo relevante en este caso es incorporar una actitud basada en el pensamiento crítico sabiendo en todo momento en qué terreno nos estamos moviendo y ser consciente de si estamos ‘experimentando’ con una nueva tendencia o si por el contrario pisamos terrenos más sólidos. En el caso de estar explorando, además se trata de intentar hacerlo con una aproximación lo más ‘sólida’ posible, con experimentos controlados sabiendo bien qué pretendemos observar y cómo lo vamos a medir para así colaborar a construir conocimiento válido.

Para terminar, quisiera recalcar que la falta de pensamiento crítico no es exclusiva de la esta profesión de sino que, para mí, es una de las asignaturas pendientes de la humanidad en general. 

Este valor de la Ilustración sigue quedando fuera de juego arrastrado por las ideologías y los arrebatos, como vemos en el auge del extremismo o recientemente en la  elección de Donald Trump, el flamante presidente de Estados Unidos que hace gala de su poco respeto por el enfoque racional, negando la aplastante evidencia del cambio climático lo que constituye una  verdadera amenaza para todos.

Pongamos nuestro pequeño grano de arena.

Hagamos de esta profesión una profesión más basada en la evidencia. 

¡Y no dejemos de mirar a la Luna!

Para seguir actualizado sobre el futuro del trabajo, puedes seguirme en twitter


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Reinventar las organizaciones

¡Atención! Esta es la habilidad más importante hoy

Psicodélicos en la oficina