Desigualdad: ¿Tiene que ser así?
A finales de Junio, me regalé
a mi mismo el lujo de asistir a un evento muy especial que combina dos de mis aficiones
más allá del trabajo: la ciencia y la música. Se trata del festival Starmus, unas jornadas
increíbles que durante una semana entera logran atraer a la fantástica isla de
Tenerife a un listado de celebridades de ciencia de vértigo, empezando por el
mismísimo Stephen Hawking. La parte musical no se queda corta, liderada por el
guitarrista de Queen, Brian May, que además – y esto poca gente lo sabe- es doctor en
astrofísica. En resumen, es el paraíso en la Tierra para los que somos un poco
‘nerds’.
La concentración de premios
Nobel esa semana fue la mayor de la historia y para mi gusto no ha recibido en
España (el país anfitrión) la repercusión que merece, pero eso lo dejamos para
otro día…
Lo que me inspiró a escribir
este post (y me reconectó por unos momentos con mi lado profesional), fue la intervención
de Joseph Stiglitz, premio Nobel de
Economía, que dedicó su intervención a denunciar el incremento de la
desigualdad en el mundo en una conferencia que tituló "Growing inequality: Laws of Nature or Laws of Men?"
Stiglitz argumentó precisamente ante un auditorio de locos por la ciencia que no son las ‘leyes de la naturaleza’ ni de las de la Economía las que están aumentando la desigualdad en el mundo, sino que es más bien consecuencia
de las decisiones y políticas humanas.
Como es habitual en estos
casos, Stiglitz aportó multitud de datos y gráficas para apoyar su tesis, pero
una frase que mencionó para ayudar a comprender la magnitud de estas grandes
cifras me impactó especialmente: comentó que ahora ya es posible ubicar en un autobús a las 85 personas que concentran una riqueza
similar a la que posee la mitad de la población mundial (unos 3500 millones
de personas).
Este dato proviene de un informe de Oxfam hecho público en Enero de este
año y aunque, como siempre en estos casos, no falta debate
sobre la metodología utilizada para llegar a estas cifras mediáticas
que seguro simplifican demasiado un tema mucho más complejo, parece que
existe un consenso claro en que la desigualdad es un problema que está
creciendo.
En general, se
apunta a que la desigualdad entre los países se está reduciendo (el tercer
mundo se está acercando a los niveles del primero) lo que es una buena noticia, pero dentro de cada país las diferencias están aumentando.
¿Y porqué esto es
importante?
Se puede argumentar que cierta ‘tensión’ en cuanto a desigualdad es
incluso buena, porque incentivaria a las
personas a trabajar duro para lograr ascender en el ascensor social lo que al
final, redundaría en beneficio de todos.
Por el contrario, parece que
hay evidencias de que un mayor nivel de
desigualdad afecta a aspectos tan aparentemente distintos como la movilidad
social, la estabilidad económica, el nivel de criminalidad, los resultados
educativos e incluso distintos aspectos relacionados con la salud, como la
mortalidad infantil o directamente la esperanza de vida de un país.
Parece claro que incluso los
ricos aunque sea por puro egoísmo deberían estar interesados en mantener los
niveles de desigualdad en un rango mucho más aceptable, ya que esos factores
acabarán afectándoles en el mundo hiper-conectado en que estamos.
Diversas tendencias apuntan
a que el futuro del trabajo puede
colaborar a incrementar esta desigualdad: La automatización de muchos
trabajos, la deslocalización de otros o el incremento de la exigencia en las
capacidades demandadas de las que solemos hablar en este blog, con toda
probabilidad afectarán más a los que ya son más débiles.
Mientras volaba a Canarias,
anticipándose a la charla de Stiglitz que escucharía unas horas después, un artículo en una revista tan poco ‘hippie’
como The Economist alertaba del aumento
de la pobreza incluso en las personas que tienen un empleo, debido a los
bajos salarios y a la inestabilidad.
Esto contrastaba muchísimo
con otro articulo en el mismo ejemplar
de la revista en que se debatía sobre el desbocado
incremento en la retribución de los CEO, que en Estados Unidos está ya cerca
de las 400 veces por encima del salario medio del resto de las personas en sus
empresas.
Para mí, estos deberían ser signos
de alerta que nos deberían hacer
reflexionar sobre el futuro que estamos construyendo, que muchas veces queda
oculto tras la última moda en el mundo de la gestión de personas.
Creo que es importante que los que nos dedicamos a esto no
perdamos de vista que en última instancia de lo que se trata es de lograr
construir un futuro en el que el trabajo, como dice la ONU, esté ‘al servicio
del desarrollo humano’.
En su último informe apunta Naciones Unidas que
estamos en una encrucijada muy especial :
“…es posible que nos encontremos en un punto de inflexión, con
repercusiones tanto positivas como negativas. La revolución tecnológica
presenta un cambio técnico que favorece determinadas competencias: la idea de
que el efecto neto de las nuevas tecnologías reduce la demanda de trabajadores
menos cualificados al tiempo que aumenta la demanda de trabajadores altamente
cualificados. Por definición, este cambio favorece a las personas con mayor
capital humano, lo que polariza las oportunidades de trabajo…. “
“…La revolución tecnológica ha venido acompañada de un aumento de las
desigualdades. Los trabajadores tienen una menor participación en la totalidad
de los ingresos. Es posible que incluso las personas con mejores niveles de
educación y formación que tienen la posibilidad de trabajar de un modo más
productivo no se vean compensadas de manera acorde en lo que respecta a
ingresos, estabilidad o reconocimiento social…“
Como dice Stiglitz, no está
en ‘las leyes de la naturaleza’ el construir un mundo cada vez más injusto,
sino que depende de las decisiones que tomemos de ahora en adelante.
Para seguir actualizado sobre el futuro del trabajo, puedes seguirme en twitter
La foto del artículo es del álbum de M.Jeremy Goldman en Flickr bajo licencia Creative Commons
Para seguir actualizado sobre el futuro del trabajo, puedes seguirme en twitter
La foto del artículo es del álbum de M.Jeremy Goldman en Flickr bajo licencia Creative Commons
Comentarios
Publicar un comentario