Elon Musk: La fuerza de los visionarios.
Me gusta de vez en cuando leer biografías. Leer sobre la vida de grandes hombres y mujeres permite ‘humanizar’ a quien hay detrás de un nombre famoso y se convierte normalmente en una experiencia inspiradora. Para mí, los buenos relatos de este tipo son los que no se quedan únicamente en su parte más brillante y conocida del personaje, sino que presentan las distintas caras que todos tenemos.
Es el caso de la recientemente publicada de Elon Musk, el ‘emprendedor del
momento’ que muchos comparan con Steve Jobs, Bill Gates o –mejor si cabe- con
el mismísimo personaje de ciencia-ficción Tony Stark, más conocido como Iron Man.
Musk se hizo multimillonario
en los negocios del sector digital con la venta de PayPal a eBay pero a
diferencia de otros, no se retiró a una
isla del caribe a tomar el sol como hubiéramos hecho muchos, sino que volvió a
arriesgarlo todo en varios proyectos que han revolucionado las industrias de sus
respectivos sectores.
Sin experiencia previa en el
complejísimo sector aeroespacial- ha
conseguido en pocos años que su compañía SpaceX
(fundada en 2002) desafíe a toda una industria logrando la confianza de la
NASA y convirtiéndose en 2012 en la primera empresa privada que ‘aparcó’ una
nave en la Estación Espacial Internacional. Ahí es nada.
Con Tesla ha logrado hacer temblar a los
gigantes de Detroit colocando un coche eléctrico en las primeras posiciones
de ventas de vehículos de alta gama. Por si fuera poco, esto viene acompañado
de la puesta en marcha de la mayor
fábrica de baterías de litio del mundo (Gigafactory)
y una red de más de 700 estaciones de carga para sus vehículos por todo el
mundo.
Con Solarcity, Musk ha puesto en
marcha la mayor compañía de instalación
de paneles de solares y en
2013, lanzó HyperLoop One, un sistema de transporte basado en levitación magnética que promete cubrir la distancia de Los
Angeles a San Francisco (similar a Barcelona-Madrid) en unos 30 minutos.
Cada uno de estos proyectos dignos
de un buen megalómano, podría ocupar una vida para una persona normal, y
teniendo en cuenta que Elon Musk y yo nacimos el mismo año, uno no puede dejar
de preguntarse qué es lo que este hombre tiene de distinto para conseguir mucho
más que el resto de los mortales.
A primera vista, tras leer
la biografía, Musk no cumple mucho con los cánones de un ‘buen directivo’:
Para empezar, tenerlo de jefe no
debe ser fácil: Con una personalidad y ética del trabajo forjada en una dura
infancia en Sudáfrica, es un work-alcoholic
por definición, que espera el mismo nivel de sacrificio de quienes trabajan
para él y hacia los que muestra muy poca empatía.
Por otro lado, no esconde su inclinación hacia el ‘micro-management’. Con toda probabilidad un super-dotado intelectual, es capaz de aprender rápidamente de cualquier tema (desde sistemas de propulsión de cohetes a diseño de automóviles) y le gusta entrar a un nivel de detalle en sus empresas que no se esperaría de un multimillonario CEO. Un ejemplo extremo es cuando cansado de ver que el uso de siglas complicaba la comunicación en SpaceX, prohibió radicalmente el uso de acrónimos en la compañía excepto los que fueran aprobados por él en persona.
En otra muestra de esto en Tesla, durante los primeros meses en que el Modelo S estuvo saliendo de la línea de montaje, Musk inspeccionó personalmente todos los vehículos: “Hasta se ponía a cuatro patas para mirar por el hueco donde se guardaba la rueda de repuesto”.
Visto así, Elon Musk parecería más bien un pésimo directivo. ¿Dónde está entonces su arma secreta?
Su biografía está plagada de ejemplos que seguro pondrán los pelos de punta a alguien que se dedique a esto de los ‘recursos humanos’.
Por citar solamente uno de los párrafos especialmente revelador: “… Un empleado se perdió un acto para asistir al nacimiento de su hijo. Musk le envió un correo en el que le decía: «No hay excusas. Estoy muy decepcionado. Decide cuáles son tus prioridades. Estamos cambiando el mundo y la historia. O te comprometes o no te comprometes...”.
Por citar solamente uno de los párrafos especialmente revelador: “… Un empleado se perdió un acto para asistir al nacimiento de su hijo. Musk le envió un correo en el que le decía: «No hay excusas. Estoy muy decepcionado. Decide cuáles son tus prioridades. Estamos cambiando el mundo y la historia. O te comprometes o no te comprometes...”.
Por otro lado, no esconde su inclinación hacia el ‘micro-management’. Con toda probabilidad un super-dotado intelectual, es capaz de aprender rápidamente de cualquier tema (desde sistemas de propulsión de cohetes a diseño de automóviles) y le gusta entrar a un nivel de detalle en sus empresas que no se esperaría de un multimillonario CEO. Un ejemplo extremo es cuando cansado de ver que el uso de siglas complicaba la comunicación en SpaceX, prohibió radicalmente el uso de acrónimos en la compañía excepto los que fueran aprobados por él en persona.
En otra muestra de esto en Tesla, durante los primeros meses en que el Modelo S estuvo saliendo de la línea de montaje, Musk inspeccionó personalmente todos los vehículos: “Hasta se ponía a cuatro patas para mirar por el hueco donde se guardaba la rueda de repuesto”.
Visto así, Elon Musk parecería más bien un pésimo directivo. ¿Dónde está entonces su arma secreta?
El rasgo que me ha parecido
más diferencial de Musk es que se trata
de un hombre con una visión clara, orientada al futuro y con ganas de hacer
algo realmente relevante para la humanidad. El libro citando a Peter Thiel, uno de los co-fundadores de Paypal cuando dijo “Queríamos automóviles voladores, no mensajes de ciento cuarenta caracteres”, critica que la energía
de los emprendedores se desperdicia en el desarrollo de tecnologías que no aportan mucho y orientadas al ‘pelotazo’ financiero .
En este sentido, Elon Musk
se parecería a los inventores clásicos como Thomas Alva Edison o Nikola Tesla
(que inspira el nombre de su compañía de vehículos eléctricos). Como dice él
mismo: “No soy un inversor. Me gusta
crear artefactos tecnológicos que creo que son útiles e importantes de cara al
futuro. “
En su caso, la meta final nada
menos que convertir a la humanidad en una
especie interplanetaria, lo que es innegablemente necesario a muy largo
plazo para garantizar nuestra supervivencia: La evolución del Sol, hará la vida
totalmente imposible en la Tierra en unos miles de millones de años, pero mucho
antes existen amenazas naturales (asteroides, supernovas, supervolcanes…) o
causadas por nosotros mismos (desastres ecológicos o guerras nucleares) que
ponen en riesgo a la humanidad en su conjunto. Parece recomendable tener una
vía de escape preparada, y el primer paso para eso, es dar el salto hacia el
planeta más viable que tenemos cerca: Marte.
Ese ha sido el objetivo último
de Musk desde muy pequeño, cuando jugaba a construir cohetes en su Sudáfrica
natal. Recientemente acaba de desvelar sus
planes para colonizar el planeta rojo. Si logra acercarse, aunque sea sólo un
poco a esta meta, marcará un hito indiscutible en la historia.
Para perseguir un objetivo
así de grande, o uno está directamente loco, o es un soñador que normalmente no
logra materializar ni el primer paso.
El caso es que Elon Musk
combina estas metas ambiciosas con una capacidad innegable de llevarlas a cabo gracias a su extraordinario talento y a una
fuerte determinación que le lleva a arriesgar su capital una y otra vez manteniendo
la calma cuando otros saldrían corriendo ante los obstáculos.
Sus metas espectaculares,
que contrastan con las habitualmente pobres ‘misiones y visiones’ de otras
empresas, sumadas al ambiente ‘de garaje’ de las empresas de Musk son un imán para atraer al mejor talento que
luego es capaz de exprimir al máximo, aunque sea de maneras poco ortodoxas.
Como se dice el libro: “…Los empleados
temen a Musk. Adoran a Musk. Entregan sus vidas a Musk. Y, habitualmente, hacen
todo eso a la vez. “
Su otro punto fuerte es
precisamente ser un ‘outsider’ de los sectores en los que
opera. Aplica en sus empresas los métodos de las start-ups de Silicon Valley, primando la agilidad y la experiencia
del cliente, lo que es totalmente disruptivo en estos sectores mucho más tradicionales.
El pensamiento fresco de alguien que no lleva toda su vida en el sector unido a
su fuerte determinación, le permite hacer suya la frase atribuida a Einstein: “Como
no sabía que era imposible, lo hice”.
Probablemente, estas
capacidades de Musk además han sido potenciadas en el entorno también muy especial
de California. Su valiente decisión juvenil de desplazarse ‘donde estaba la
acción’ y emigrar a Estados Unidos le dio la oportunidad de abrir las puertas necesarias
para lograr lo que ha logrado. Entre las
amistades que este entorno le ha permitido está la de Larry Page y Sergey Brin,
fundadores de Google con quien se reúne de vez en cuando en un piso secreto de
Palo Alto para hablar sobre “… ideas que
al cabo del tiempo resultan factibles”. Quien pudiera poner una oreja en
esas reuniones!.
Larry Page opina que la
fijación de metas ambiciosas y relevantes de Musk es un modelo a imitar: “Como sociedad no creo que hayamos acertado
a la hora de decidir lo que realmente importa hacer – afirma Page-”.
Estoy totalmente de acuerdo.
Necesitamos más proyectos
como los de Musk y menos apps o nuevos modelos de teléfonos.
Puedo comprender el artículo de Business Insider en que incluso piden a Musk que centre su talento en el plan de colonizar Marte y deje la gestión de Tesla para alguien menos irrepetible.
Necesitamos más soñadores que persigan objetivos relevantes para la humanidad.
Necesitamos más soñadores que persigan objetivos relevantes para la humanidad.
En definitiva, necesitamos
más personas como Elon Musk aunque se salgan del estándar.
En fin, os recomiendo la
lectura de esta biografía, escrita por el periodista Ashley Vance y ya diréis que os parece.
NOTA: Para quién esté interesado, la semana pasada Tesla ha anunciado
que empieza a reclutar personal para su desembarco en España. Entre las
posiciones disponibles en su página web, hay algunas de RRHH. Si quieres cambiar el mundo y estás dispuesto
a trabajar duro, es probable que sea una buena oportunidad…
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