Hacia las organizaciones ágiles
Recién cumplido mi primer año en la aventura de hacer de
consultor, la mayoría de proyectos en los que ando embarcado tienen un aspecto
en común: mis clientes, organizaciones de sectores distintos (desde la
Industria al Tercer Sector, pasando por las entidades financieras) comienzan contándome
que su entorno ha cambiado drásticamente
en los últimos tiempos. Los motivos son diversos y particulares para cada caso:
entrada de nueva competencia, apertura a nuevos mercados, fin de las
‘subvenciones’…etc. Entornos muy distintos, se pondrían de acuerdo en que el
reto ahora ya no es solamente ser ‘eficiente’ en sus operaciones, sino tener
una organización preparada para adaptarse a los continuos cambios que suceden
cada vez más rápido: Ha llegado la hora
de las organizaciones ágiles.
La búsqueda de la agilidad no es nueva: Hoy, la industria tecnológica y sus ‘Start-Ups’ la lideran, pero ya en los años 70 del siglo pasado Toyota revolucionaba los sistemas de producción de la industria del automóvil usando muchos de los conceptos que luego popularizaría Silicon Valley.
El sector de la tecnología está acostumbrado al cambio
constante, por lo que de manera natural recibe bien estas técnicas (ver ‘Manifiesto Agil para el desarrollo de Software’) ,
pero implantar ‘agilidad’ en una organización más tradicional no es para nada
inmediato. De hecho, creo que hoy , en muchos casos, se están implantando las
herramientas “Agile” puestas de moda, sin transformar realmente la cultura de
la organización, por lo que vemos proliferar los tableros Scrum, Kanban, etc
mientras la cultura global no varía.
Este concepto de “Agilidad“ mezcla muchas cosas de distintos
entornos y desde distintos puntos de vista, y tiene implicaciones importantes
para RRHH, así que voy a intentar ordenar en este y otros posts un poco la información
pensando sobretodo en la gestión de personas y el trabajo. En este primer
artículo intentaré dar una visión general para ir entrando posteriormente en
las herramientas disponibles.
Me ha ayudado mucho a comprender y a conceptualizar, la
reciente colaboración en alguna aventura con Sylvain Loubradou, apasionado del
tema de la “agilidad” en las organizaciones, con el que he mantenido charlas
muy interesantes en las que he aprendido mucho.
Las organizaciones ágiles logran ser más rápidas que sus
competidores, por su mejor adaptación a los cambios de entorno y a las
necesidades de los clientes. Eso requiere incorporar en el día a día, una serie
de características de la cultura que deben marcar su modo de hacer. Vamos a ver
algunas:
El objetivo claro: centradas
de verdad en el valor
Esto no parece muy innovador… al fin y al cabo, todas las
empresas dicen que el cliente es lo más importante, no?… pero como usuarios
todos sabemos que eso no es siempre así: Pensemos un momento en quien
interacciona con nosotros cuando somos clientes de alguna gran compañía. No es raro
que el ‘servicio de atención al cliente’ sea un “call-center” externalizado a la otra parte del mundo, o que la
persona que viene a nuestra casa a vender o instalar un servicio, también sea
subcontratada o el perfil más mal pagado de la empresa. ¿No hay algo extraño en
eso?
Mi reciente experiencia: Este Enero, como buen propósito familiar
de inicio de año, llamamos al teléfono de una conocida mutua de salud, de la
que somos clientes, para solicitar hacernos un chequeo. La respuesta: “Lo
sentimos, pero el departamento de marketing aún no ha publicado las condiciones
de este servicio para este año. Llame en unos meses….”.
No es difícil observar que la mayoría de las organizaciones, especialmente las que han alcanzado
cierto tamaño, han vuelto su mirada hacia dentro de sí mismas: cuenta de
resultados, eficiencia de procesos, política interna … y han perdido de vista
su cliente y la aportación de valor real. Una pregunta que duele a veces es:
¿Cuánta gente de la que hay en esta oficina ha visto alguna vez a un cliente?
Las organizaciones ágiles son conscientes de que deben tener los ‘sensores’
alerta continuamente para detectar cambios en las necesidades y percepciones de
sus clientes… y no hay mejores sensores
que los propios empleados que interaccionan con ellos. Además, en paralelo,
dedican muchos esfuerzos a hacer
participar al cliente lo antes posible en cualquier proceso de desarrollo
de producto.
Poniendo el foco en
la adaptabilidad
El cambio siempre ha existido, y la presión del entorno que
obliga a las organizaciones a adaptarse también. Lo que parece que es distinto
ahora es el ritmo al que este ocurre: Los planes estratégicos para 5 años ya no
tienen sentido, porque ese es un periodo que parece eterno hoy en día cuando se
compara con la velocidad a la que operan el desarrollo de nuevas tecnologías,
la competencia global, los mercados financieros, etc.
Compañías que hoy son ‘líderes’ en su sector, pueden ser
barridas de un día para otro por un nuevo competidor o tecnología que nadie
conocía hasta entonces, del mismo modo que los dinosaurios descubrieron dolorosamente
hace 65 millones de años los problemas de su falta de adaptabilidad. Compañías
como Kodak, Motorola, Nokia, Blackberry y muchas más han sufrido los impactos
de ‘meteoritos’ modernos, en forma de fotografía digital o “smartphone”.
Una prueba de esta mayor inestabilidad es esta gráfica que
recoge la ‘esperanza de vida’ de las empresas del índice S&P 500 que
refleja un descenso claro (artículo fuente).
A nivel conceptual, este terreno donde todo está
interrelacionado, y donde los cambios se propagan muy rápido, es el dominio de la complejidad que tiene sus
propias reglas de juego, y para el que ni las escuelas de administración de
empresas ni la experiencia previa en las organizaciones no nos han preparado,
ya que venimos de un mundo más ordenado, donde las relaciones causa-efecto eran
más evidentes y los tiempos más largos. Hay todo un universo de filosofía y
ciencia alrededor de los sistemas complejos que vale la pena explorar (desde Edgar Morin y W.E.Deming, a los sistemas fractales).
En el mundo del management, se describe este nuevo entorno como un entorno ‘VUCA’ (Volatility, Uncentainty, Complexity,
Ambiguity), acrónimo surgido del mundo militar que se popularizó tras los
ataques terroristas de Septiembre 2011.
Dejo para otro post profundizar en las características de
estos entornos, pero una reflexión interesante es la que proporciona el marco Cynefin
propuesto en un artículo en HBR ya en 2007.
Desde el punto de vista de las capacidades del equipo humano, priorizar la capacidad de aprender al
puro desempeño, será una de las tareas para los equipos de RH que quieran
trabajar para dotar a sus organizaciones de agilidad. Existen desde hace algún
tiempo sistemas de evaluación alrededor del
concepto ‘Learning Agility’ (agilidad de aprendizaje) que pueden ayudar. Técnicas
de reuniones agiles o colaborativas crean oportunidades de aprendizaje continuo
y común entre empleados.
Manteniendo la forma
adecuada
Poner el foco en la adaptabilidad significa dotar a la
organización de estructuras ligeras (normalmente,
menos niveles jerárquicos o externalizar la parte de la estructura que no esté
directamente relacionada con la aportación de valor) que permitan rápidamente
virar el rumbo cuando sea necesario.
Para lograr esa velocidad, como expuse en un post anterior, aumentar el nivel de autonomía de las personas en todos los niveles
ha de ser una prioridad. Existen ya modelos de organización más avanzados que
rompen con la estructura jerárquica clásica (Un extremo -no válido para todo el
mundo- es la Holocracia).
Esta mayor autonomía, implica automáticamente la evolución del liderazgo desde el ‘dar
órdenes y controlar’ (Manager) al verdadero líder que guía, acompaña y crea el
entorno necesario, del que llevamos muchos años hablando pero que no abunda.
Además, va a ser necesario dotar a los líderes de competencias de visión y agilidad que les permitan convivir con un
entorno volátil e imprevisible.
También entender que el
talento de la organización va más allá de los empleados en nómina,
incorporando el uso inteligente del ‘outsourcing’ o el creciente volumen de
‘freelance’ es un aspecto a tener en cuenta para lograr organizaciones ligeras
y ágiles.
En la misma línea, los procedimientos y herramientas de
gestión, han de facilitar y no frenar la agilidad: En esto, también desde RH,
es necesario hacer examen de consciencia y revisar si las herramientas que
hemos puesto en marcha están realmente ayudando o se han convertido en
‘procedimientos’ que entorpecen más que ayudan: No es difícil descubrir que se
‘rellenan’ los formularios para cumplir, mientras que el talento se está
gestionando en paralelo de una manera más sencilla e intuitiva. En equipos
agiles se suele aplicar el lema: KISS (Keep It Simple, Stupid!) y a mí me gusta también recordar una frase que
leí en alguna parte: “La simplicidad es la sofisticación definitiva”.
Conectando dentro y
fuera
Otra línea de trabajo es la de construir una organización
que capte información del exterior (el mercado, los clientes, las tendencias,…)
y la haga fluir rápidamente por su interior. La eficiencia de la organización ya no es
individual , se trata ahora de conseguir una verdadera “Inteligencia Colectiva", como decía mi amigo Santi García en su blog.
En este aspecto la tecnología actual puede ayudar (redes
sociales internas, etc) pero aún es más importante no quedarse allí y ser
capaces de generar una cultura de
apertura y transparencia , así como la gestión eficiente del conocimiento, que
rompa los tradicionales ‘silos’ de información y que permita a las buenas ideas
generadas en cualquier lugar de la organización convertirse en realidad.
¿Y la motivación para
esto?
Todo esto no funcionará si la organización sigue anclada en
el modelo de motivación clásico: Premio y castigo. Palo y zanahoria. Bonus y
sanción. Hoy se necesita que todas las personas aporten el máximo de su
capacidad creativa e implicación, y la ciencia ha demostrado por activa y
pasiva que eso sólo ocurre cuando se tocan de alguna manera los tres ‘palos’
que enumera Daniel Pink en ‘La sorprendente verdad de lo que nos motiva’
‘: La Autonomía que he mencionado antes, la Maestría (ser ‘buenos’ en lo que
hacemos, aprender, ser excelentes en nuestro trabajo), y el Sentido del trabajo
(que el trabajo signifique algo más que un sueldo).
Además, las organizaciones ágiles prueban constantemente su
encaje en el mercado y corrigen rápidamente lo que no funciona, por lo que también
es necesario incluir en la cultura el hábito de medir constantemente los resultados de manera abierta y transparente , así
como el ‘derecho al error’: sin lugar para experimentar, no hay
innovación.
Acompañando el cambio
Por último, conseguir incorporar en una organización
tradicional todos estos elementos, implicará tener en cuenta la propia gestión de este cambio cultural.
A mi entender, este rol de transformación de la cultura ha
de ser uno de los focos principales de las áreas de RH en los próximos tiempos,
y uno en el puede aportar técnica para una adaptación que se hará de una manera
u otra.
Según el maestro del cambio Kotter,
la primera fase de una gestión del cambio con éxito es tener una ‘sensación de
urgencia’ que por desgracia se produce muchas veces cuando ya tenemos ‘el
meteorito’ encima. Uno de los trabajos que hay que hacer es hacer conscientes a
los líderes de las organizaciones de que es mejor prepararnos cuando hay
recursos y tiempo suficientes.
En próximos posts iré desgranando estos puntos y las
herramientas que existen.
¿Qué os parece? ¿Creéis que estamos preparados para las
organizaciones ágiles?
Para seguir actualizado sobre el futuro del trabajo, puedes seguirme en twitter
Para seguir actualizado sobre el futuro del trabajo, puedes seguirme en twitter
Excelente post. Muchas gracias por el mismo. Un Autónomo 2.0
ResponderEliminarGracias! Me encanta lo de 'autónomo 2.0', cómo lo definirías?
ResponderEliminardos puntos uve
ResponderEliminar