Tenemos que hablar: cambiar la relación entre 'negocio' y RH
En
el turbulento ‘matrimonio’ entre negocio y RH, se oyen gritos.
El
número de este mes de Harvard Business Review, probablemente la revista más
influyente del mundo de los negocios del planeta, tiene en la portada un
mensaje brutalmente claro y provocador: “Ha
llegado la hora de hacer explotar a RRHH y construir algo nuevo”, con el
dibujo de una bomba y todo. Medio número está dedicado a revisar críticamente
la función. Cera de la buena repartida desde el sanctasanctórum del Management.
Para
situarnos, un pequeño resumen de los artículos que aparecen en este número de la
HBR:
El
artículo principal lo firma Peter Capelli y se titula “Porqué odiamos a RH y que puede RH hacer acerca de ello”. Repasa la
historia del área y señala que su prestigio y poder dentro de la organización
está relacionado con el momento económico: Cuando la economía va bien, hay más competencia por el talento clave y
por tanto se prioriza su captación y desarrollo. Cuando va mal, eso ya importa
menos y se puede ‘adquirir’ el talento ya desarrollado…
Igualmente, el país en
que se trabaja influye con el peso de su legislación laboral, la falta de
talento local y otros factores, por lo que en Estados Unidos el prestigio de RH
estaría ahora mismo tocando fondo (de ahí este número de la HBR), mientras que
en algunos países de Asia la cosa está mucho mejor.
Retrata
el área de RH como un molesto componente
de la organización (“nagging and meddling”) que pretende imponer unas prácticas y procedimientos
que poco tienen que ver con la realidad del negocio real, sin tener el poder
para hacerlo. Una especie de permanente ‘lloriqueo’ a unos gestores de personas
ya muy ocupados.
Para
salir de esta visión negativa, recomienda a RRHH que se adelante en vez de hacer únicamente ‘lo que le mandan’. Debe dejar claro por qué lo que propone hacer
aporta al negocio y que atesora
capacidades específicas para ponerlo en marcha. En este sentido recomienda escapar de las ‘pérdidas de tiempo’ de
programas vistosos o bien intencionados pero que en realidad no son apoyados
con suficiente credibilidad desde arriba (cita como ejemplo los programas de
gestión de la diversidad en muchas empresas).
Opina
que RH debe aportar a más corto plazo,
ya que su tradicional papel de garante de la visión a largo pierde cada vez más
peso a medida que se imponen el trabajo por proyectos y los cambios rápidos de
estrategia comunes en el mundo actual. Su colaboración debe estar sustentada en análisis de la gran cantidad
de datos que se generan hoy en día, así
como en cálculos sobre el retorno de la
inversión, de la misma manera que otras áreas ya lo están haciendo.
No está mal para empezar. Primeros platos
volando.
En
el segundo artículo, cuyo título traducido sería algo así como “Objetos brillantes y el futuro de RH”,
los autores (J.Boudreau i S.Rice) hacen una llamada al rigor de la profesión, recordando que no hay que dejarse llevar por
las modas. Recomiendan ‘enamorarse del
problema’ más que de las posibles soluciones milagro que van apareciendo
continuamente, encontrando el punto óptimo entre un excesivo análisis que nos
llevaría al mundo académico y lo puramente superficial.
Al
fin y al cabo implementar únicamente las ‘Best Practices’ nos llevaría a ser
igual que el resto, no a conseguir una ventaja competitiva.
Más gritos… y más platos rotos…
El
tercero de la serie , “Las personas
antes que la estrategia: Un nuevo rol para el CHRO” (R.Charan, D.Barton y
D.Carey), aunque también reconoce estos problemas, pone el foco en la responsabilidad del CEO al que le pide ‘un nuevo contrato con
RH’ que clarifique su nuevo rol y que ayude a elevar el alcance del área,
igual que se hizo en el pasado con Finanzas (antes Contabilidad) y Marketing
(antes Ventas). Recomienda crear un ‘G3’ formado por CEO, Finanzas y RRHH (CEO
+ CFO + CHRO) para la toma de las decisiones importantes de la organización.
Incluso se atreven a proponer que sea parte de la carrera profesional hacia la
cumbre, el haber pasado un tiempo el área de RH (y viceversa, que las personas
de RH pasen por negocio). Si es verdad que ‘las personas son lo más
importante’, ¿porqué no posicionar de la misma manera a RH?
No eres tú… soy yo…
Vale. ¿Y ahora qué hacemos?
Desde
que llegué a la profesión hace una década, estoy habituado a escuchar críticas
a la función tanto desde fuera como desde dentro. Recuerdo como me sorprendían al
principio las catarsis en los foros del sector, más propias de reuniones de
Alcohólicos Anónimos: “No nos escuchan,” “No nos dejan ser estratégicos”,
“¿Realmente tenemos que existir?”… “Hola, soy X y soy de RH….”.
Aunque podemos encontrar algún antecedente a estas críticas, quizá nunca como ahora está la profesión en el punto de mira tanto desde dentro
como desde fuera.
Está
claro que estamos presenciando un cambio de rol del área, al que se le está
elevando el nivel de exigencia. A los de RH, "negocio" nos pide un cambio en la relación.
¿Cómo
ha de ser esta nueva etapa de la relación? ¿Cuál es ese nuevo rol de RH?
Para
dar un poco de luz, vale la pena revisar ‘a los clásicos’. Quizá el autor que
más ha reflexionado sobre esto y que viene siguiendo la evolución de la
profesión desde hace muchos años es Dave Ulrich.
En
su último libro ‘HR From the Outside In’, describe cómo el área de RH ha pasado en su
historia por cuatro grandes fases:
En
su origen, RH puso el foco en las tareas administrativas: Si los empleados eran
contratados, retribuidos correctamente y su presencia controlada, RH estaba haciendo
bien su trabajo.
En
una segunda etapa, aparecen las
“prácticas especializadas” de RH focalizadas en el desarrollo, la formación, la
comunicación, etc. En esta segunda etapa, innovar e integrar en la organización
las mejores técnicas del mercado era el objetivo.
En
la tercera fase, la efectividad de RH se
mide según cómo logra implementar la estrategia de la compañía a través de las
acciones de RH. Aparece por ello el foco en el liderazgo, la cultura y el
desarrollo del talento a largo plazo. Un buen departamento de RH en esta etapa
participa en las decisiones estratégicas (Tiene un puesto en el Comité de
Dirección). Aquí es donde ahora estarían intentando llegar la mayoría de las
áreas de RH.
La
última etapa, la que propone para este momento Ulrich, y que quizá constituya
la salida al problema de la relación con el negocio, se basa en la apertura al exterior del área, poniéndola en contacto directo con
el resto de agentes con los que que la organización tiene relación (clientes,
proveedores, inversores, comunidad local,…). ¿Porqué no hacer participar al
cliente por ejemplo en la selección o promoción de los empleados y así alinear
al máximo las personas con el negocio? . En esta nueva etapa, se dirige la mirada más hacia el futuro y el contexto exterior. Aquí RRHH ya no únicamente
‘da soporte’ a la estrategia. Es parte de ella. No es un ‘business partner’. Es el propio negocio. En definitiva, para
medir su éxito, hay que medir los resultados de negocio.
Estas
etapas son acumulativas. Es decir, una buena área de RH, aunque esté muy
avanzada tiene que continuar ser excelente en la parte administrativa, aunque
ya no se puede detener ahí.
Quizá
la solución está en dar este paso adelante que propone Ulrich, pero no está de
más recordar -como decía el tercer artículo-
que ese paso no puede darlo en solitario RH.
Debe
ser realmente impulsado por la alta
dirección que debe acompañar el cambio del área dejando claro qué se le
exige y cómo se le apoya.
Como
ocurre con los políticos, tendremos exclusivamente el área de RH que merezcan sus máximos
directivos.
Reconstruyamos
entre todos la relación de RH con la organización.
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